Estudiamos, nos formamos, leemos algunos –a veces muchos- libros sobre nuestro ámbito, sobre las nuevas tendencias, las empresas de referencia, los empresarios más exitosos, a veces vemos incluso reportajes de los mismos, leemos el periódico para estar muy informados, para abarcar cuantas más competencias posibles; hemos de cubrir muchas áreas e intentamos estar actualizados/as en al menos las que consideramos más importantes.
Y llega el gran día, el gran momento, la gran oportunidad: te ofrecen “el contrato”, ese que te permite bien crear tu propia empresa, bien formar parte de una empresa referente para ti. Y digamos que pasado un tiempo te va bien: tu trabajo va bien, como empresa también te va bien, contáis con una posición en el mercado satisfactoria, habéis ido creciendo, superando dificultades y, en cierta media, os habéis consolidado o al menos estabilizado; además, cuentas en gran parte con personal competente capaz de ejercer su trabajo de manera eficaz. Y sin embargo… algo no encaja en toda esta ecuación: “Formación + Implicación + Resultados = Éxito” algo se escapa… ¿de dónde vienen los momentos personales de insatisfacción? ¿la sensación de ahogo? ¿no descansar por las noches? ¿tener la computadora mental a máximo rendimiento desde que abres los ojos?, ¿de dónde vienen los cambios de humor?. Y, si haces lo que haces en gran parte para darle lo mejor a tu familia, ¿por qué no consigues disfrutar con ellos? Sabes que tu carácter está cambiando por momentos, estás más cansado/a y afecta a tu humor, pero, ¿qué hacer con todo esto?

Y es que en las formaciones pudieron enseñarnos muchos conceptos y teorías, pero ¿dónde quedó la parte emocional? saber gestionar las propias emociones, los momentos de presión, de estrés, ¡los de euforia también! Saber moverse entre y con las emociones de los demás, saber cómo hablar a uno o a otro/a para obtener el beneficio común, para sacar lo mejor él/ella… ¿Por qué no te hablaron de cómo liderar equipos, cómo plantear una reunión, una conversación telefónica, cómo puedes organizarte para ser más eficiente, cómo desarrollar habilidades de comunicación que además son útiles en tu vida personal, que te hacen estar más Presente, cercano y dar con lo mejor de cada uno/a?
Dado que has llegado hasta aquí, quisiera plantearte algunas cuestiones que te pueden ayudar a ser consciente del punto en el que estás y del camino que estás transitando:
¿Para qué haces lo que haces? ¿Dónde te gustaría llegar con ello (el fin)? ¿Cómo quieres transitar ese camino? ¿Y qué consecuencias estás dispuesto/a a asumir a lo largo del mismo?
Ahora te propongo un pequeño juego: imagina que han pasado 20 años y, o bien ya estás jubilado/a, o bien has cambiado de trabajo, reflexiona sobre lo siguiente: ¿te sientes orgulloso de ti? ¿En qué medida fuiste valiente? ¿Qué te hubiese gustado hacer/emprender que no hiciste…?
Vamos volviendo al presente… sabiendo que estás en el momento idóneo para construir tu propia realidad y tu propio futuro…:
- ¿Cómo quieres que te recuerden tus trabajadores? ¿Y tus compañeros?
- ¿Cómo quieres que recuerden tu labor?
- ¿Y la influencia que ejerció la empresa en el sector, en la sociedad?
- Dicho lo cual… ¿qué tipo de jefe/coordinador/compañero quieres ser?
Te invito a tomar estas palabras como una OPORTUNIDAD para reorientar tus pasos en la dirección que conecta con tu propósito, con una voluntad profunda que sólo tú conoces y que solo tú puedes transitar, a tu manera. No existen pautas, no hay un guión preeestablecido, existe un conectar con esa voluntad, tomar las acciones correspondientes que te acerquen a ello y disfrutar del trabajo y de la vida en toda su expresión. Tienes capacidad, energía y posibilidades de sobra para hacerlo,
¿qué más necesitas para comenzar?